Por la grave crisis de seguridad que vive Ecuador, el presidente Guillermo Lasso se comprometió a formar 30 mil nuevos policías hasta 2025. Para cumplir con esa meta, no solo se redujo el tiempo de formación a seis meses, sino que además el proceso se realiza bajo condiciones precarias. Los aspirantes se forman sin pistas de entrenamiento, sin polígonos de tiro y entrenan con fusiles de palo o carabinas obsoletas.
a nueva escuela de formación policial de Pujilí, en la provincia de Cotopaxi, estaba llamada a convertirse en el orgullo de la comunidad. Todo el pueblo celebró cuando abrieron sus puertas en noviembre del 2022 para recibir a los 168 jóvenes aspirantes.
El presidente Guillermo Lasso decidió desde el mismo Pujilí inaugurar el periodo académico de las 43 escuelas policiales del país, 31 de las cuales eran nuevas. En la ceremonia calificó el proceso de histórico, agradeció a los jóvenes por elegir esa carrera y reafirmó su compromiso de graduar a 30.000 nuevos agentes antes del 2025, año en el que debía terminar su mandato (después de disolver la Asamblea con la denominada muerte cruzada, su periodo de gobierno terminará este 2023). El discurso presidencial, en medio de la crisis de seguridad que vive Ecuador, ha recalcado que una de las soluciones a este problema es engrosar las fuerzas de orden.
Pero a pesar de la importancia que se le da en la narrativa a estas escuelas, Lasso no entró al nuevo centro de formación de Pujilí. Su intervención pública la hizo desde el coliseo de la ciudad, ubicado a unos 10 minutos del centro de entrenamiento policial.
La gente se quedó con las ganas de que el presidente viera el esfuerzo que toda la comunidad realizó para que el lugar pueda recibir a los futuros uniformados, pues fueron los propios pujilenses quienes levantaron el centro a partir de los escombros de una escuelita donada por el cantón.
De hecho, la comunidad y los padres de los aspirantes —todos ellos provenientes de comunidades rurales pobres de Cotopaxi, Chimborazo y Tungurahua— donaron los pupitres, los pizarrones, los plumones e incluso los libros que formaron parte de su pequeña biblioteca.
También tuvieron que adquirir todo el menaje de dormitorios como camas, colchones, roperos, cobijas y sábanas. Hasta los materiales más elementales de limpieza como cloro, jabón, trapeadores y escobas fueron dotados por los mismos estudiantes, quienes también se encargan del aseo, pues no hay fondos para contratar personal externo.
Es que el Gobierno puso en marcha la formación de policías exprés sin un presupuesto establecido para el funcionamiento de las escuelas. Por lo anterior, son las mismas familias de los estudiantes quienes están costeando la mayor parte de la promesa presidencial.
En el centro de formación de Pujilí, que fue presumido por Lasso, el presupuesto anual es de cero dólares. Así lo confirmaron sus propias autoridades. Los oficiales que estuvieron encargados de esta escuela afirman que todo lo que han conseguido para que esté operativa ha sido a través de autogestión. Es decir, donaciones de empresas privadas o convenios con otras instituciones públicas, además de los aportes de los aspirantes. Y eso se evidencia hasta en el pago de servicios básicos como luz, agua e internet. Todos son costeados por el Municipio de Pujilí.
Los 168 aspirantes que formaron parte de esa escuela y que ya se graduaron como policías el pasado 8 de junio, cuentan que carecían de insumos básicos para la formación policial, como armas de fuego y herramientas para el entrenamiento físico. Al punto de que ellos mismos durante seis meses hicieron de todo para mejorar las condiciones del centro.
“Allá están unas pesas que fueron construidas con cemento por los mismos aspirantes. Ellos también colocaron una imagen religiosa del Divino Niño en la entrada para que les proteja”, relató un instructor.
También buscaron las formas para solventar los gastos que tenían dentro. Unos se endeudaron con familiares que viven en el extranjero y otros tuvieron que acudir a sus padres para que vendieran sus animalitos. Incluso hubo quienes recurrieron a prestamistas ilegales. Todo por el objetivo de convertirse en policías.
Dentro de la escuela de Pujilí hasta se dedicaron a reciclar para tener un poco de dinero. Los instructores comentaron que los aspirantes durante los seis meses de formación recopilaron botellas, fundas y otros materiales, para luego venderlos al padre de uno de sus compañeros que tenía un depósito de basura. “Les daban unos 200 dólares cuando llenaban cuatros recipientes grandes y ese dinero los utilizaban para sus gastos dentro de la escuela”, señaló uno de los instructores.
Las condiciones precarias en Pujilí no son una excepción. De las 43 escuelas de policías que actualmente existen en Ecuador, 31 son consideradas como “centros adaptados”. Eso significa que eran instalaciones que en algún momento albergaron otras instituciones, como escuelas rurales, casas de ancianos, instalaciones de represas eléctricas y hasta campos petroleros olvidados, y que se encontraban abandonadas. Según los testimonios de estudiantes e instructores recopilados para esta investigación y la revisión de los presupuestos de las nuevas escuelas, dichas instalaciones no cuentan con la implementación pertinente para garantizar la formación de los futuros policías. Por ello, ante la falta de inversión estatal, han sido las propias comunidades las que se han encargado de suplir de materiales a las escuelas.
Esta investigación de INFORME RESERVADO y CONNECTAS encontró que al menos 28 instalaciones no cuentan con polígonos de tiro, ni pistas atléticas o piscinas, elementos necesarios para la formación policial. Es decir, al menos el 65% de las escuelas no tienen las condiciones adecuadas.
A su vez, en comparación con las cohortes anteriores, los nuevos policías tienen menos tiempo de entrenamiento en polígono y disminuyeron las horas de estudio de tácticas de defensa personal, del Código Penal y la Constitución en cerca de un 60 %. Los nuevos aspirantes estudian todo lo correspondiente al marco legal que los regula, en solo 48 horas de clases.
Inicialmente, el Estado confirmó que destinaría 1.200 millones de dólares para los procesos de formación en este 2023. La cifra fue publicada en todas las redes del Ministerio de Gobierno el día en que Lasso asistió a la ceremonia de Pujilí.
Pero eso no se cumplió. Datos oficiales de la Policía, solicitados en el marco de esta investigación, revelan que para los dos procesos de formación que estaban planificados este año, el Gobierno destinó 26.9 millones de dólares. De ese total, la inversión directa para las escuelas apenas fue de 2,7 millones. La gran mayoría restante, 24,2 millones de dólares, fue para sueldos de instructores que están en los centros de entrenamiento.
Es decir que de los 1.200 millones ofrecidos, el Gobierno solo ha invertido en la formación policial un 0,23%. ¿Y el resto? En dos ocasiones se solicitó entrevista al ministro del Interior, Juan Zapata. Su director de comunicación, Wilfrido Muñoz, respondió que por compromisos en la agenda era imposible atender y que buscarían una fecha disponible. Hasta el cierre de esta publicación no hubo respuesta.
La falta de presupuesto también está afectando el entrenamiento de tiro, el cual se redujo a 70 disparos por aspirante. Pero según los expertos en seguridad consultados en este reportaje, este número es insuficiente para lograr una formación eficaz.
Uno de ellos es Hugo Espín, quien actualmente es jurista especializado en temas policiales. Él fue parte de los procesos de formación de la Policía en 2008 y dice que en ese año se estipuló que los agentes tuvieran prácticas de tiro de entre 150 y 200 municiones. Para él, los 70 disparos que hoy tienen los jóvenes aspirantes es un número extremadamente bajo, que no garantiza la efectividad que tendrían los nuevos agentes en las calles. Por el contrario, Espín dice que se convierten en un riesgo tanto para ellos mismos como para terceros.
Pero para la Dirección de Educación de la Policía, las 70 municiones sí son suficientes para la formación de los aspirantes. El general Marcelo López es quien dirige esta área y en una entrevista para este reportaje sostuvo que los policías realizarán más prácticas de tiro después de graduarse. El oficial también aseguró que el Estado entregaría la dotación de las municiones para todas las escuelas de formación.
Sin embargo, eso no coincide con los testimonios recopilados en esta investigación. En las escuelas, los aspirantes manifestaron que ellos fueron los que pagaron por las municiones. Eso también lo confirmaron los mismos instructores policiales de los centros de formación.
En la escuela de El Aromo, en la provincia de Manabí, a los estudiantes les costaron 40 dólares las balas para las prácticas de tiro. En otras escuelas se pagó hasta 80 dólares.
La escuela de El Aromo también forma parte de la lista de centros nuevos. Fue adaptada en las instalaciones del campamento de trabajadores que se construyó para la Refinería del Pacífico, una obra impulsada como emblemática por el Gobierno de Rafael Correa y que posteriormente fue fiscalizada por graves actos de corrupción. Incluso, llegó a ser utilizada como centro de acopio de droga y pista para avionetas del narcotráfico.
Con una capacidad de 802 estudiantes y 20 hectáreas de dimensión, la escuela policial de El Aromo es actualmente la más grande del país. Pero su presupuesto tampoco ha sido aclarado. Sus autoridades dicen que ni siquiera tienen una dirección financiera.
Allí están jóvenes principalmente de provincias costeras como Guayas, Los Ríos, Esmeraldas, Santa Elena, Santo Domingo y Manabí. Ellos a finales de mayo realizaron las prácticas de tiro. Lo hicieron en un polígono que fue construido por sus propias manos con ayuda de los instructores. Con palos, cemento y decenas de llantas recicladas armaron la instalación a un costado del campamento.
En ese lugar cada estudiante realizó detonaciones a 5 y 10 metros de distancia. Su director, el teniente coronel Rodrigo Hidalgo, dijo que la práctica se realizó en un día. El oficial, aunque admite la falta de recursos para comprar municiones, afirma que fue un acto responsable el permitir que los aspirantes salgan con una capacitación de tiro, aunque esta haya sido costeada por ellos. “No podíamos enviar (a las calles) a aspirantes que no hayan hecho prácticas de tiro. Entonces en esta ocasión los aspirantes adquirieron sus propios equipos”, señaló. El uniformado también indicó que fue una empresa del Estado la que proveyó las municiones y que se compraron con el RUC de la Policía.
Pero, ¿un día de prácticas de tiro es suficiente para aprender a disparar? Diana Durango es militar y deportista de alto rendimiento de la disciplina de tiro. Ella representó a Ecuador en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Por su extensa experiencia, se mostró asombrada de que los aspirantes a la Policía se gradúen con una práctica de 70 disparos en un día. “El tiempo es muy corto y la munición es nada”, dijo.
Durango explica que con esa práctica de tiro una persona “no está capacitada” para disparar, pues deben controlar aspectos importantes como la manipulación del arma, el nivel de confianza, el control de estrés, entre otros. Solo a manera de ejemplo, ella cuenta que en su disciplina llega a utilizar 350 municiones en cuatro horas. Para Durango, los aspirantes a policías deberían tener una capacitación de un mes con 75 disparos diarios para estar preparados.
En los seis meses de formación, el acercamiento a armas reales es prácticamente nulo. En varios casos lo más cerca de manejar un arma, es portar un fusil hecho de madera, fabricado por un artesano local.
A pesar de que los instructores señalan que es una herramienta didáctica, no todos están de acuerdo. En la Escuela de El Aromo, el director prohibió este tipo de armas de juguete, pues no las considera una buena herramienta pedagógica. Pero en escuelas como en Pujilí y Pastaza, la población mira con asombro que los futuros policías están armados con fusiles de palo.
“Los delincuentes tienen metralletas, pistolas automáticas y nuestros pobres policías andan cargando armas de palo. Esto parece hasta burla. El Gobierno y la Policía deben corregir estas cosas. Así cómo van a eliminar la inseguridad”, dijo un morador que vive cerca a la escuela de formación del Puyo, en Pastaza. Él los veía a diario cuando recibían instrucción. En esta provincia amazónica también se instaló una escuela de formación. Allí el presupuesto es tan limitado que el cuartel policial del centro de la ciudad aún no ha sido restituido luego de que fue quemado en las manifestaciones del 2022.
La falta de armas reales en los centros del país no es un hecho aislado. Por ejemplo, en la escuela de formación de San Diego, en el centro de Quito, los aspirantes tampoco las tienen. Allí utilizan carabinas viejas y dañadas como parte del entrenamiento. Para realizar las prácticas de tiro o de natación, tienen que salir del recinto y pedirles a otras instituciones instalaciones prestadas.
Tienen una pista atlética bastante rudimentaria que fue construida por los propios aspirantes. En este centro tanto el menaje de dormitorio, como de los salones también fue adquirido por los estudiantes.
En Guayaquil las condiciones tampoco son distintas. Allí funciona uno de los centros que son exclusivos de mujeres. La escuela Héctor Montufar Huilca acogió a 115 alumnas. Sus autoridades dicen que tienen un presupuesto anual de 70 mil dólares.
A diferencia del resto de escuelas, este centro no es adaptado. Sus puertas abrieron en 1997 y ya cuentan con más de 10 promociones de policías graduados. Sin embargo, eso no ha garantizado que tenga buenas condiciones. No tienen piscina, ni pista atlética. Cuentan con un gimnasio básico, sin máquinas suficientes para el total de alumnas. Existen aulas que están a medio construir, cuyas paredes permanecen en hormigón gris. Los pupitres y los pizarrones están en mal estado.
La falta de presupuesto hace que ciertas materias, que son impartidas por docentes particulares, se realicen en una sola aula. Las 115 aspirantes se aglutinan en un espacio reducido para recibir las enseñanzas. Hay algunas que incluso comparten sillas o pupitres.
Antes del proyecto de Lasso, la formación de los policías duraba dos años en Ecuador. Ese tiempo era distribuido en cuatro niveles de seis meses. Cada uno contaba con 800 horas de enseñanzas. Es decir, 2.400 horas en total. Ahora la malla curricular es de 720 horas.
En instrucción policial antes recibían 560 horas. Allí estaban contempladas tácticas de seguridad y defensa personal. Ahora, los policías tienen una formación de 48 horas para esta última. El mismo escaso tiempo se da para la materia de tiro y armas.
De allí que en la escuela de El Aromo, su director, faltando pocos días para la graduación, intentó demostrar una clase de defensa personal y los alumnos no conocían con precisión los movimientos. Un similar resultado obtuvo cuando preguntó los fundamentos de tiro. De los 10 alumnos consultados, tres respondieron correctamente.
“Si nos pregunta si está bien o mal haber reducido el tiempo de formación de los aspirantes a seis meses, la respuesta es incierta. No podemos saberlo en estos momentos. Eso se conocerá en el futuro cuando estos policías sean evaluados”, dice el general Marcelo López, director de Educación de la Policía.
Y los problemas no solo están en la formación. Tras un mes de la graduación de los policías exprés, aún no cuentan con un arma de dotación, ni chalecos antibalas. Esto debido a un déficit de equipos que tiene la Policía. De hecho, el 13 de julio se conoció que la Corte Nacional, a través de un fallo judicial, decidió que 33.000 armas decomisadas a bandas delictivas sean entregadas a la Policía para así suplir esta escasez.
Públicamente, el ministro del Interior, Juan Zapata, señaló que esa dotación ayudará al equipamiento de los policías recién graduados. Pero lo que no se conoce es cómo se formará a los nuevos uniformados para manejar esas armas, pues entre ellas hay fusiles, subametralladoras y otras armas de grueso calibre que no constan dentro de la formación policial exprés de seis meses.
Otra diferencia en las mallas curriculares se concentra en las horas destinadas al manejo de legislación como el Código Integral Penal (COIP). Antes solo para esta normativa se necesitaban 120 horas. Hoy los aspirantes tienen solo 48 horas para aprender el COIP, la Constitución, la ley de Tránsito y el Coescop, que regula las instituciones de seguridad.
También hay diferencias en la capacitación de derechos humanos, género y procedimientos policiales (ver infografía).
La reducción del tiempo de formación ha generado fuertes debates al interior de la institución policial. Especialmente porque existe una evidente desigualdad en los procesos. Y eso se evidencia en la Escuela de Formación Eugenio Espejo, en Quito.
Es la única escuela que sí tiene condiciones adecuadas para su entrenamiento. A diferencia del resto, en ese centro sí existe piscina, pista atlética y hasta cuentan con un campo de tiro virtual. También tienen equipos para simular un amotinamiento o protesta social.
Lo que no cambia en comparación con las nuevas escuelas, es que los aspirantes también deben costear desde los exámenes médicos previos a su ingreso, hasta la ropa de cama. Los futuros policías de todo el país invierten hasta unos 10 mil dólares en su formación.
La Policía dice que no se hacen cargo de esos gastos, ni de los de alimentación porque los aspirantes no son considerados como parte jerárquica de la institución por el Coescop.
Expertos en seguridad consultados para esta investigación, cuestionan la formación exprés de seis meses. Uno de ellos es el coronel de la Policía, en servicio pasivo, Mario Pazmiño, actualmente asesor en temas de seguridad y defensa a nivel internacional. Para él, el Gobierno se está enfocando en “cantidad y no en calidad”.
“Estamos viendo las cosas distorsionadas. El entrenamiento policial implica mayor experiencia y conocimiento. El Gobierno debe rectificar. No es lo correcto seis meses. Dos años era un diseño bien estructurado porque van pasando diferentes especialidades”, declaró.
Lo mismo opina el general retirado del Ejército, Wagner Bravo, quien fue entrevistado antes de ser nombrado como Secretario de Seguridad del Estado por el presidente Lasso, en mayo.
“La Policía siempre ha tenido problemas con la confianza de sus miembros. A pesar de que la formación antes era de dos años, ya había policías detenidos por colaborar con las mafias y el narcotráfico. Ahora, con seis meses ¿usted cree que eso va a mejorar?. Por el contrario, los nuevos policías se vuelven presa fácil de los delincuentes. En palabras más sencillas. Si la propia Policía dice que los chicos están ingresando por el sueldo, es decir por plata, cómo van a garantizar que una vez graduados, no acepten los ofrecimientos corruptos de las bandas, que seguramente serán el triple de lo que ganan”, afirma Bravo.
Pero en la Dirección de Educación de la Policía no piensan lo mismo. El general Marcelo López dice que la reducción se implementó con análisis y estándares internacionales, y da como ejemplo que en países como España, Canadá y Estados Unidos, la formación de los policías dura seis meses.
Lo que sí reconoce el general López es que antes, cuando eran dos años de preparación, los uniformados salían con títulos de tercer nivel en Ciencias Policiales. Ahora eso no ocurre. Sin embargo, los nuevos policías deberán, en sus tiempos libres, cursar y obtener estos títulos a través de instituciones avaladas. Ese será un requisito para que puedan subir de grado o de rango.
Por ello López señala que después de los seis meses, los policías deben cursar otros seis meses de capacitación en línea. En la práctica eso significa que los nuevos agentes deban combinar sus actividades de resguardo ciudadano, con estudiar a distancia. Pero esto tampoco ha ocurrido. Según las entrevistas realizadas en esta investigación, los policías recién graduados aún no empiezan su formación complementaria. Tampoco lo ha hecho la promoción que se graduó en noviembre pasado.
Por eso los expertos en seguridad refutan estas decisiones y señalan que la Policía ha tomado ejemplos a seguir errados, pues ninguna de esas naciones tiene las amenazas que hoy enfrenta Ecuador. El país se ha convertido en el que lidera el incremento de violencia criminal en Latinoamérica. Entre 2021 y 2022, las muertes violentas crecieron un 82%. Eso ha generado que Ecuador sea el sexto país más peligroso de la región, por encima de México.
Además, en Latinoamérica la mayoría de los estados tiene procesos de formación policial de entre uno y tres años. Ese es el caso de Colombia, Perú, Chile, Argentina, Brasil y Bolivia.
La formación no es algo menor, tomando en cuenta que la policía ecuatoriana se ha convertido en un blanco de las bandas criminales. Entre el 2022 y el 2023, al menos 42 agentes han sido asesinados en las calles por delincuentes. En esa lista de víctimas está Richard Arteaga Vera, de 24 años de edad. El joven policía se graduó a inicios de junio pasado y fue asesinado el 6 de julio.
Él fue acribillado por sicarios cuando estaba en el interior de un billar con dos compañeros, los cuales resultaron heridos. La víctima era oriundo del cantón Yaguachi (Guayas) y fue asignado al distrito Naranjal - Balao.
Pero a pesar del riesgo, el corto tiempo de formación ha hecho que miles de jóvenes, sobre todo de comunidades pobres, miren en la carrera policial una oportunidad laboral, pues transcurrido el curso de preparación tienen un empleo fijo y cuyo salario inicial es el doble de un salario básico (un policía obtiene mensualmente casi 900 dólares, mientras que el sueldo mínimo en Ecuador es de 450 dólares).
Por esta razón no es sorpresa que en las primeras postulaciones del actual proceso se hayan presentado hasta 80 mil aspirantes, una cifra jamás antes vista en la historia de la Policía.
Hasta miembros de bandas delictivas se interesaron por la oferta. Oficiales que fueron parte de las etapas de selección revelaron que al menos 15 mil de los postulantes tenían antecedentes penales. “Es muy difícil seleccionar a 7.000 aspirantes de un espectro de 45.000 u 80.000 postulantes. A pesar del cuidado que tenemos, es seguro que no todos serán policías idóneos”, dice un oficial que fue parte de los procesos de selección y que pidió la reserva de su nombre para evitar sanciones.
Los análisis policiales de los últimos tres procesos de selección también revelan que el 70% de los aspirantes que ingresan a la formación de seis meses, no eligen la carrera policial por vocación. Los test psicológicos que se les practican y las entrevistas personales indican que la mayoría se presenta para obtener un empleo seguro.
También por eso, los expertos en seguridad e inteligencia policial consultados para esta investigación coinciden en que la reducción de la formación policial es un error que Ecuador terminará pagando en poco tiempo.